Todo lo que podrás hacer en tu próximo equipo con USB Type-C
Lo sabemos, cambiar de puertos otra vez es una faena. Cada vez que nace un nuevo estándar de conexiones físicas nos toca estar uno o dos años pendientes de adaptadores y, al final, acabamos por tener que cambiar varios dispositivos. En eso, USB Type-C no va a ser una excepción, pero al menos es una que merece la pena.
¿Por qué se llama USB Type-C y no USB 4.0?
Comenzamos con una pregunta que nos hemos hecho todos, y la respuesta es sencilla: porque se trata de un nuevo estándar físico. El USB Implementers Forum solo cambia de tipo cuando la forma y la electrónica del conector son distintas. Cuando el avance es solo cuestión de velocidad y funcionalidades, lo que cambia es el número de versión. Los USB 2.0 y 3.0 que encontramos en nuestros ordenadores, por ejemplo, son los dos Type-A, mientras que las variantes más exóticas de MicroUSB o MiniUSB son USB Type-B. Dicho esto, ¿Qué ganamos con el nuevo USB Type-C? Pues todo esto:
Es un puerto más pequeño
Aunque no es tan pequeño como Lightning (7,7 x 1,7mm), el USB Type-C es definitivamente más pequeño que el USB Type-A. Mide 8,2mm de ancho y 2,6mm de grosor. Esto es especialmente importante para los fabricantes, ya que reduce mucho el espacio necesario en la placa y permite diseñar dispositivos mucho más finos. De hecho, no sería raro que acabe sustituyendo también al tradicional jack de audio de 3,5mm, aunque esa es otra guerra mucho más larga. Lo que está claro es que es perfectamente válido para equipos tan delgados como smartphones o tabletas.
Y es reversible
Los USB Type-A y los Type-B solo se pueden insertar de una manera. Da igual que sepamos en qué sentido está el conector. Da igual que lo hayamos hecho mil veces antes. Nuestra mente parece disfrutar haciéndonos jugarretas y siempre intentamos meter el dichoso puerto en el sentido equivocado. Con USB-C se acabó esta maldición bíblica.
Es mucho más rápido
La especificación del USB-C en términos de velocidad de transferencia es como la de USB 3.1. En otras palabras, permitirá transferir datos a una velocidad de 10Gbps. No llega a los 20Gbps de Thunderbolt 2, pero es mucho más versátil y, sobre todo, no es exclusivo de una sola compañía.
Tan rápido como para portar vídeo 4K
Aunque no sea un récord de transferencia en sentido estricto, el USB-C tiene el suficiente ancho de banda como para convertirse en una sólida alternativa como cable de vídeo incluso a resoluciones 4K. Si a ello añadimos que es capaz de transmitir ese vídeo en ambos sentidos (entre un smartphone y un PC, y viceversa) las posibilidades se multiplican.
<h3 ">Transmite mucha más electricidad
El USB 2.0 transmite un máximo de 5 voltios y entre 400 y 900 miliamperios. El USB-C transmite hasta 20 voltios (100 vatios) y 5 amperios. El salto es brutal. Teniendo en cuenta que la mayoría de portátiles solo necesita 60 vatios para cargarse, el USB-C es el candidato ideal para convertirse en el puerto de carga universal no solo para laptops, sino también para cámaras de fotos, smartphones, tabletas... El sueño de llevar un solo cargador en la maleta puede hacerse realidad por fin.
Y en ambos sentidos
Más importante aún que el hecho de que transmita más corriente es el hecho de que esta corriente puede gestionarse como queramos en cada caso. En otras palabras, USB-C es reversible también en cuanto a carga. El mismo cable puede utilizarse para recibir carga o proporcionarla. Eso abre un interesante futuro de posibilidades a la hora de compartir carga entre dispositivos.
Además, es retrocompatible
Fisicamente no podremos enchufar un USB Type-C en uno de los puertos actuales, pero al menos es compatible en términos de estándar. En otras palabras, podremos conectar nuestros actuales dispositivos 3.0 y 2.0 siempre y cuando tengamos un adaptador. Al menos no nos obligan a desahuciar nuestro disco duro externo de buenas a primeras.